No sé escribir crónicas, ni que estructura debería de tener este texto.
Seguramente el resultado sea una estrcutura amorfa para la formalidad textual, estílo catártico imprediscible, no será lo mejor, pero es, o será en los próximos renglones.
Tuve el agrado de conocer a Edelmiro en persona nada más y nada menos, (porque no es tán fundamental en nuestra cotidianeidad alejada de los astros y las galaxias) que el día de mi cumpleaños, que sería la vuelta al Sol al completa desde nuestra llegada a este planeta, generalmente de la mano de algún obstetra o persona vestida de ambo en un cubo, más conocido como habitación de hospital.
Resulta que ese 15 de febrero daba la casualidad de que yo daba una vuelta más al Sol, y paralelamente daba unas vueltas por la patagonia argentina, y más específicamente daba unas vueltas por Epuyén, que forma parte de la comarca andina del paralelo 42°, como yapa regional geográfica.
Mi cabeza andaba medio enredada en uno de esos nudos existenciales que se le arman a veces a uno en la cabeza, sobre todo de carácter histórico-cotemporáneo por la reciente charla que había tenido el día anterior con un miembro de la comunidad mapuche. (Algunos denominan a este fenómeno entrecruzamiento de cables o cortocircuitos neuronales (los más robóticos serán?), "los días en que te estalla el calefón" según Pity Alvarez, el filósofo del rock (quién parece haber sufrido más inhlación de gas buano que un estalle simple de calefón pero que está más lucido que muchos otros que se autodenominan lúcidos)). Parentesis de paréntesis.
Resulta que la melancolía inevitable suelen traer las llegada de la nueva vuelta al Sol y la tristeza y opresión sufridas en pasado y en presente por el pueblo mapuche no parecían una buena combinación de festejo, sumado a que la mayoría de los seres de mi cotidaneidad se encontraban a bastantes kilometros y contribuían a acrecentar el status melancólico-extrañanativo, y ahí apareció Edelmiro, o yo me aleje de las tinieblas de la razón en las que me estaba sumergiendo y me acerqué hasta el Centro Cultural de Epuyén.
Tocaba Edelmiro, junto a Bolson Rockets.
Epuyén es indescriptible, sería una ofensa hacia el lugar que yo me tomara la atribución de describirlo. Pero hay fotos, algunas acompañan este relato las saqué ahí.
La magia del lugar era inminente, centro cultural al lado del lago, casi idílico, y sumado a la posibilidad de un ex-Almendra en escenario se podía predecir un fenómeno sobrenaturalmente feliz.
Y así lo fue.
Con Edelmiro hablamos del paso del tiempo, de su concepción filosófica de la vida vista como un péndulo. Que oscila entre el pasado y el futuro continuamente, generando preocupación y stres y de ahí a la dificultad que le trae a muchas personas que viven en ese eterno vaivén de disfrutar el presente.
Acepté su invitación a disfrutar de ese presente. Creo que fue el mejor cumpleaños que pasé, sin más ni menos que presencias que nos encontramos en ese tiempo y espacio compartiendo ese momento ese 15 de febrero.
El show fue inolvidable, íntimo, sentados en ronda alrededor de estos genios músicales, y el maestro.
Maestro musical, no solo por la trayectoria, sino por su forma de entender la educación.
Parecía un verdadero regalo del azar, de "la casualidad" o sincronización. Ese lugar, esas personas, los códigos y la energía que fluían en el ambiente. La cantidad de cuadros y obras de arte que nos rodeaban y envolvían, llenas de colores, de sentimientos y sensaciones de distintos artistas.
Y la luna, la luna llena, a pleno, ¿cuantas vueltas le habrá dado ya al sol? que parecía no querer mostrarse y se camuflaba entre las nubes, ahí amurallada, escondida, acurrucada. Radiante ella, reflejando todos los colores del Sol en la oscuridad de la noche.
También había otros invitados que configuraban distintos planos
Plano 1: La montaña
Plano 2: El lago Epuyén
Plano 3: Eddie, que ya lo nombré, que podría ser también el plano 30 300 o 30000000000.
Plano 4 (o 30000000000+1): 2 niños, Maia era una de ellas y estaba aprendiendo a decir su nombre.
Plano 5: Sofi con un papel, con ganas no de soplar velas sino de soplar nubes para que la luna se pudiese ver.
Plano 6: El observador, que observaba mi observación.
Y yo hace unas horas que había escrito, "la luz del sol se esconde, es el fin de un posible comienzo catártico escribiente" y así fue el nacimiento, o la necesidad de hacerme letras, (sobre todo para no limar bochos ajenos), solo del que elija limárselo solo, leyendo estas idioteces.
Volviendo al recital, volví (valga la redundancia) a experimentar la sensación placentera de estar y ser feliz en el instante, en el momento donde estaba parada o donde había elegido estar parada. Ese conocido como: "El placer de estar acá". Como me pasa ahora también.
Edelmiro, Edelmiro y Pey, y esas magias que solo la guitarra puede brindar. Edelmiro hablando de Hendrix. Edelmiro tocando Color Humano. Edelmiro invitando a hacer contacto. Dudar entre tener un registro fotográfico o vivir el momento. Elegir vivirlo. Disfrutar de la elección. Sentir la abstracción del lenguaje musical. El maestro ejecutando. El maestro dando espacios al alumno invitándolo a ejecutar. El alumno (Pey Etura) respondiendo muy bien 10. La racionalidad y la irracionalidad de los instrumentos. La inexistencia del espacio en el presente continuo. Yumbel Marassi bajista de Bolsón Rockets, que tenía una mancha de colores de arcoiris en su remera, psicodélica ella, haciendo sentir la frecuencia de cada uno de sus colores con su instrumento. La conexión alumno-maestro. El abanderado de Bolsón?. La cátedra del rock.
Digamos que fue un viaje cósmico real, la vuelta al Sol se sintió, repleta de riffs y acordes.
La sangre mapuche, los latidos de la comunidad que se hacían sentir a través de la bateria. Las semillas de Bolsón Rockets ya estaban germinadas. Y seguramente muchas cosas más.
Eso fue Epuyén, que ya sería el pasado del pendulo.
El viernes tocó otro lugar emblemático, La Perla Bar en Once. El contexto ya bastante distinto, la cruda realidad de la ciudad. Ya lejos de la magia y la idealización, gente durmiendo en las veredas. Grupos fumando paco en la plaza. La decadencia que trae el sistema de mierda en el que vivimos.
Pero los que estabamos en el cubo-bar, vivimos una realidad paralela. Pey se vino desde Bolsón, y subieron de invitados: Emilio Del Guercio, su mujer al violín y Rodolfo García en la bateria. Jugando a volver a ser Almendra, reviviendo al flaco en los acordes. Señores más grandes que revivian su juventud, jóvenes que nunca pensamos poder vivir en vivo y en directo esos acordes que creiamos congelados en un cd.
Dejo la nota que le hizo Cristian Vitale, de página 12 antes del show:
Nota a Edelmiro - Página 12
Y el álbum de las fotos que saqué, espero haber sacrificado esta vez ese momento de disfrute personal por quienes quieran tener registro en imágenes de lo que fue la noche del viernes.
La marca de agua fea con mi nombre es una elección para los que eligen la red fea de facebook, acá están las fotos in marca de agua, y no tengo drama en compartirle el archivo a quienes lo necesiten o quieran tenerlo!, me lo piden nomás y se los mando.
Album de fotos de Edelmiro Molinari en la Perla Bar
Seguramente las próximas fotos tengan un escrache de un inifito en vez de mi nombre, pero todavía no se como hacerlo.
Lago Epuyén |
La luna que no quería salir |
Acá importan las palabras, y la guitarra de Edelmiro adelante, y el bajista fantasmagórico que se contorcionaba. |
Se fueron las nubes |
Aca fue la Epufest de folklore al otro día, para seguir el festejo. |
Una abeja en una flor de Epuyén |
Flores! Lindas ellas. |